martes, 5 de octubre de 2010

La paloma mensajera del siglo XXI


Una revolución está teniendo lugar en el seno de los medios de comunicación. Las empresas dedicadas a la información y al entretenimiento, si no se han dado cuenta ya, tienen los días contados en un mundo caracterizado por la conectividad y la instantaneidad. En esta lucha darwinista por la supervivencia están las televisiones y las productoras asumiendo el poder que los consumidores han cobrado con las descargas y la configuración de su propia demanda. Están adaptándose al escenario que la música y el cine llevan años pisando. Pero hoy no vengo a hablar de los agujeros en las taquillas o de los desajustes en la facturación publicitaria de las grandes cadenas, que manejan cuatro dicho sea de paso.

Quiero centrarme y, si es posible, no enrollarme demasiado en algo que también usaban cuatro gatos pero que hoy ya es una red social extendida (o socializada valga la redundancia). Es más, me atrevería a decir que el potencial de Twitter aún no se ha calculado con exactitud. De momento, el pajarito azul sólo ha dado un par de avisos.

En la historia reciente de las 2.0, despedíamos el siglo XX con la explosión de los blogs. Si en la facultad no me engañaron, el big bang de la blogosfera llegó con el escándalo sexual que involucró a Bill Clinton cuando habitaba la Casa Blanca. No es directamente gracias a la mamada que Mónica Lewinsky le hizo en el despacho oval, pero sí a la publicación de esta noticia (confirmada por la propia becaria que había conservado el semen de Clinton como prueba) en un blog.

Hasta esa fecha, los blogs eran ninguneados como cuadernos de bitácora sin ningún tipo de valor periodístico, que escribían cuatro colgados que deambulaban por Internet. De la noche a la mañana, se habían convertido en un medio de comunicación con todas las de la ley y con todo lo que esto suponía. Es decir, hasta entonces sólo los magnates (alias ciudadanos Kane) podían permitirse una empresa deficitaria tal y como son los periódicos. Esos medios que se mantienen a pesar de las pérdidas para tratar de moldear la opinión pública a su antojo.

En el ciberespacio, montar una publicación diaria con rigor, objetividad y exactitud es prácticamente gratuito. La razón principal es que esquiva uno de los mayores problemas en el proceso de producción de un periódico: la impresión y la compra de papel. Ni hablar del grado de especialización y profundidad (mediante hipervínculos) de las informaciones que se ofrecían desde la blogosfera y las posibilidades de establecer un auténtico feedback con los lectores. Se decía adiós al espacio encerrado por la página impresa.

El primer paso ya estaba dado. Todos podíamos tener un panfleto en el que volcar información y opinión (unas veces diferenciadas y otras no), por incendiarias que fuesen. El siguiente paso era conectarnos a todos en red. Es decir, reunirnos en una especie de sala de chat planetaria con las puertas abiertas de par en par. Me viene al pelo y a la cabeza una sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos cuando otro de sus presidentes, George W. Bush, trató en vano de meter mano en Internet alegando motivos de seguridad nacional. Un juez le cogió del pescuezo y le dijo a dónde vas calamar que “Internet es una conversación planetaria” y precisamente por eso debe estar libre de injerencias gubernamentales.

Volviendo al caso de la paloma mensajera 2.0, hay que resaltar un hecho sin precedentes en el periodismo. La información en tiempo real. Hasta el momento, este concepto se entendía como directo en televisión o en radio. El vehículo para la recepción de información en radio era y es mucho más inmediato y barato que en la televisión (no así la emisión, que les asemeja mucho más), dónde el despliegue para una conexión en directo exige un gran esfuerzo técnico y humano. Pero, en cualquier caso, se supone necesaria la presencia de un periodista enviado a la zona con el objetivo de informar.

¿Qué ocurre con Twitter? Que ya no es necesario asumir los costes de enviar a un reportero a cubrir una información. Una noticia ahora sólo necesita a alguien que haya sido testigo y que ese alguien pueda conectarse a Internet. La ventaja de disponer de una cuenta en Twitter es que puedes hacer pública cualquier información de manera absoluta y revolucionariamente rápida. Aunque sea una información casi telegráfica, con 140 caracteres que se pueden reforzar con una imagen o un video, pero que desencadena el efecto bola de nieve.

Además de eliminarse de facto cualquier tipo de censura, se salta la tradición periodística de contrastar las fuentes antes de publicar una noticia (New York Times exige que sea corroborada por parte de al menos tres fuentes independientes). Quizá este sea el mayor peligro que amenace la veracidad de una información publicada en Twitter pero hay casos en los que dar a conocer una serie de datos se convierten en un imperativo periodístico. Y para eso, precisamente, está Twitter y eso, precisamente, es lo que permite a esta paloma caminar dos pasos por delante de los grandes gigantes que hasta ahora custodiaban el monopolio de la información.

Uno de esos casos está fechado en junio de 2009 y se centra en las elecciones presidenciales celebradas en Irán. Durante todo un fin de semana, los medios de comunicación occidentales y tradicionales informaron de unos comicios dentro de la normalidad. En ellos, Mahmud Ahmadineyad había conseguido ser reelegido con mayoría absoluta y las imágenes de los telediarios nos trasladaban a una plaza en la que el presidente saludaba a los iraníes que celebraban con él la victoria electoral.

Todo parecía un cuadro de lo más bonito pero en Internet se estaban dando pinceladas en sentido contrario. En Twitter comenzaron a colgarse testimonios y todo tipo de documentos gráficos que denunciaban un fraude electoral. Casualmente, las autoridades del país habían interrumpido las comunicaciones con el exterior con lo que se reducían las posibilidades de denunciar ante el mundo la brutal represión que la población civil estaba sufriendo. Pero la paloma mensajera del siglo XXI armada con un móvil y un satélite fue capaz de cumplir su misión. De este manera, el lunes, cuando ya se había movilizado a la opinión pública internacional, los grandes medios de comunicación empezaron a escuchar, por fin, las campanas que se tañían desde Irán.

Otro caso, mucho más reciente, nos traslada a las elecciones que el 3 de octubre se celebraron en el Partido Socialista de Madrid. Al margen del duelo electoral, lo interesante es que varios tuiteros (a los que supongo presentes en las mesas electorales) fueron ofreciendo en tiempo real los resultados del recuento en las distintas agrupaciones. Así, mientras Twitter se apuntaba otro tanto ofreciendo los datos de las primarias antes que nadie y con exactitud, las televisiones y demás medios de información seguían esperando resignados hasta que se contara la última papeleta para poder decir algo.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con todo lo que dices. Tienes el don de la palabra escrita. Eres un CRACK del BLOG. Un saludo, compañero.

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  2. JHONY TV: olé tu por leerte este post que se me fue totalmente de las manos jeje un saludo y a seguir blogueando

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