Cuando aún está fresca la cagada del Partido Popular andaluz quejándose de la “demasiada homosexualidad” en Canal Sur (perfectamente narrada por Ruth en La tele que me parió), me encuentro con esta promo de Intereconomía que no pude terminar de ver sin echar mano de una palangana.
El rancio abolengo con intenso olor a naftalina y abrigo de piel precede a esta cadena mucho antes, incluso, de que escogieran a HS como patrocinador oficial. No estaban contentos con destruir el concepto de objetividad y de incendiar a lo Terry Jones los manuales de periodismo. La cadena facha, que compite con la amiga y la triste, necesitaba también dar lecciones baratas de moral. Sí, qué pasa, ellos fueron al curso 63 y tienen todo el derecho del barrio de Salamanca para decirle a la gente lo buena o mala que es.
Así las cosas, Intereconomía se declara abiertamente la voz de esa otra España que está callada la mayor parte del tiempo por el miedo al que dirán y no porque en el fondo se avergüencen de lo que piensan sobre los migrantes o los homosexuales. Sólo si tu doble moral te lo permite estás invitado, a continuación, a analizar conmigo los prejuicios que no podían faltar en el siglo XXI (con la guerra que dieron en el XX).
Aquí llegan las tesis de Intereconomía:
Ella no cree en el derecho a matar a los niños que tienen que nacer. Todo lo contrario. Ella está pensando en no quedarse embarazada porque el banco amenaza con embargarle si no paga la hipoteca y la letra del coche.
Él está en contra de eliminar ancianos para ahorrar en sanidad. Él prefiere abandonar a sus padres en un asilo. Menos mal que no ha oído hablar de la jubilación a los 67 años y que Trinidad Jiménez quiere cargarse a los viejos a base de sobredosis con vacunas contra la gripe A.
Ellos piensan que la unión de dos hombres no es un matrimonio. No, ellos no piensan, están ocupados con ir a misa todos los domingos y en que ella no se de cuenta de que él se va de chaperos todas las semanas.
Ella no quiere que a sus hijos los programe el Estado. Por supuesto, ella prefiere que a sus hijos los programe la Iglesia.
El piensa que el empresario y el obrero no son adversarios. Pero lo pensaba antes de que se aprobase la reforma laboral con la que va a poder renovar la plantilla de toda su empresa y contratar a becarios por la mitad de la mitad de la mitad...
Ella no quiere que le impongan la lengua en la que debe estudiar. También monta un pollo si la película está en versión original cuando va al cine con su novio que, casualidades de la vida, es de Barcelona.
Ellos quieren que todos los españoles piensen más en lo que les une que en lo que les separa. También quieren que todo el mundo vaya a los toros, se afilie al PP y que sus mujeres hagan la compra en El Corte Inglés mientras ellos se van de putas.
Sí, ya está, por fin se ha acabado... Dejo el video por si alguien se ha quedado con ganas de más caspa corrosiva aunque una advertencia para navegantes: la voz de Intereconomía produce jaqueca.